un sombrero y pañuelo

Victoria E. Díaz

Hace algún tiempo, alguien me robó los ojos. Una silenciosa mujer de piel de seda los tenía enredados en los ocres y azulados tonos de su falda, enamorados.

Algo mágico tiene esa ladrona, que ahora duerme en mi casa y me arranca, aún cada día, sorprendidas miradas placenteras.

Pero el mundo es un pañuelo, y quisieron los hados juguetones que estos ojos cautivados conocieran a la creadora del misterio. Rosa en un jardín de colores encantado en el que hace surgir, entre mares de sedas, deliciosas florescencias, enamoradoras meninas, sugerentes palmeras envueltas en atardeceres casi soñados.

El mundo es un pañuelo, sí. Pero Rosa puede hacer, en cada uno de los suyos un mundo diferente. Ese es quizás el misterio que encierra esta mujer en su plácida mirada.